El amor: Error evolutivo

La gran mayoría de nosotros, en algún momento de su vida, ha experimentado el tan conocido amor a la pareja. Lo podemos encontrar en todos lados: Televisión, radio, películas, libros, parques, tranvías, Colima, Monterrey, México, Corea del Sur, etcétera. Y este sentimiento tan universal resulta ser tan comerciable, que su difusión es tremenda por todos los medios de comunicación. Y, sin lugar a duda, es algo hermoso, cosa que seguramente lo hace tan popular. Todo aquel que lo haya experimentando -dando por eludida a la pequeña minoría- puede dar fe de lo maravilloso y excitante que resulta dicho sentimiento. Sin embargo, el amor, tan bonito como se ve, no es más que un enorme error de evolución.

El cuerpo segrega hormonas que nos estimulan para buscar pareja. Las principales hormonas que participan en este proceso, en mi opinión, son la testosterona, la serotonina, y la oxitocina; sin embargo existen muchas más que participan en el proceso químico del amor. La testosterona produce el efecto del deseo sexual, el de la lujuria. Es gracias a esta hormona que se produce toda la atracción física y sexual a la pareja, y produce lo que a veces llamamos “calentura”. La serotonina es la hormona que se encarga de que se produzca la pasión. Gracias a esta hormona es que estamos locos por aquella persona especial, y nos la pasamos todo el tiempo pensando y hablando de ella. La oxitocina, por otra parte, es la hormona que crea los lazos de las parejas, y que está presente también en los lazos madre-hijo. La oxitocina produce lo que viene siendo la parte estable del enamoramiento, cuando después de un par de años, las cosas se calman y el cariño y los lazos se vuelven la base de la relación, y ya no tanto la pasión desenfrenada.

El fin que persigue el amor, la razón por la que evolucionó del mero instinto al sentimiento estilizado que conocemos, es sencillamente para hacer más placentera la reproducción, y mejorar la preservación de la especie. El mismo instinto de preservación de la especie que se encuentra en todos los animales, ha evolucionado junto con nosotros, y ha pasado a ser lo que nosotros conocemos de siempre como el amor. En resumidas cuentas, el propósito del amor es preservar la especie humana, pero se ha visto forzado a evolucionar de un instinto más a un sentimiento, de modo que pueda satisfacer las necesidades de un ente pensante como lo es el ser humano.

El problema es, ¿qué ocurre cuando alguien da la vida por su amor? ¿Qué hay de quien, como Romeo y Julieta, prefiere perder la vida antes que vivir sin su pareja? Es entonces que el amor cumple justamente el efecto contrario por el que existe. Es tan fuerte este sentimiento, ha adquirido tanta fuerza a través de su evolución, que en muchos casos ha llegado a superponerse al instinto de supervivencia, causando la muerte del ser humano. Supone una contradicción, siendo que el amor existe para preservar la especie, y debido a este, la especie misma decide quitarse la vida sin razón lógica aparente. Produce que el humano pierda la vida por algo por lo que un animal no lo haría.

Y es debido a esto que, a pesar de ser un sentimiento maravilloso (que no por todo esto deja de serlo), significa un error evolutivo, cuyo propósito y producto se han visto contradictorios. Probando así que la evolución también se equivoca al operar.

Prólogo

Sístole y diástole;
exhala.
Beso bohemio
en labio francés.
Pestañeo,
sobriedad adúltera,
alucinación.
Repetición subsecuente.

La reliquia de la vida
es la poesía
de un beso empedernido.
El amor de tinta
ahora es de pixeles.
Haz el amor con tu arte,
y el arte con tu amor.

Furor,
fulgor,
finura.
L'amour c'est tout.
(Tout c'est toi!)

Oblícuo contenedor,
ambíguo,
tentativo.
¡Vértigo en la espina dorsal!

Y sístole y diástole.