Entre los recovecos

Estamos juntos, y yo te cuento de política mientras tu pelo me acaricia la mano.


No es que me lo preguntes, al contrario: a penas lo comentas, o lo sugieres, y yo voy monologando poco a poco sobre el tema que propones; es un pacto secreto que tenemos, tú sabes que me gusta contarte de política, y yo sé que te gusta que te cuente cosas. Sólo a veces haces una o dos intervenciones, me preguntas de qué partido es Mengano, y por qué si Zutana no era de derecha había votado en contra en el Senado. Yo me decanto entre todos los temas que conozco; unos días sobre la coyuntura que leí en Al Jazeera, y otros sobre un capítulo muy bueno de El Contrato Social que leímos en clase. Otros días, más creativo, me inspiro y te platico que si tomamos como referencia lo que dijo Linz del autoritarismo, los monopolios son al Mercado lo que el PRI es a la Democracia.

Yo no sé qué tanto te importe la política; tal vez algo, y tal vez nada. Pero sabes que me gusta, y me preguntas, y me escuchas siempre, y con un poco más de suerte hasta estamos de acuerdo en lo que digo. Un día me puse a platicarte cómo tomaron el poder en Camboya los Jemeres Rojos, y antes de explicarte quién era Pol Pot me interrumpiste con un beso muy suave; la verdad es que nunca me había gustado tanto que me interrumpieran, tanto, y tan seguido. Ojalá pudiera contarte luego de Rasputín para que no me dejes terminar el día de su muerte, y mejor me mates tú de las formas que guardas bajo llave entre tus labios y tu corazón.

Hoy has leído mucho y pienso que si no es ya, será en cuestión de meses o días que sepas más de economía que yo. Pero independientemente de que llegue el día (o de que llegó ese día), nos complementamos siempre porque yo soy poesis y tú eres praxis; aunque tú estudies economía internacional, y yo sólo piense en mis curvas de oferta y tus curvas de demanda, y de conquistar tu cuerpo sin barrera arancelaria. Incluso, de no ser por tus ojos que me comen como dos mandíbulas, y por mis ganas de tener algo nuevo que ladrarte, dejaría de leer los días de mi desgana y me echaría a dormir en el pasto del ITESO; sobre todo si los pequeños pajarillos me van trepando en lugar de volar alrededor mío, y sienta sus patitas en mis dedos, y en mis rodillas, y en mi ombligo, y en mis labios, y luego los vea regresarse en un batir de alas a las comisuras de tu boca y ponerse en octubre a silbar la primavera.

Al final nos reposamos, y tu cabello siempre me acaricia las manos, y tus oídos le cuentan a mi boca cosas de amor y de política. Pero a pesar de tanto que he dicho, entre todos los temas que he tejido, por todos los personajes y todas las historias, y todos los “hubieras” que te he ilustrado: qué bueno que todavía no llega el día en que me preguntas medio dormida que en qué lado de la ideología me planto. Yo planto poemas, pero ¿plantarme yo? ¿Plantarme en algún lado? ¿Dónde se echan las raíces de los dedos y las neuronas, y de cualquier otra parte del cuerpo que en primer lugar ni es mío?

Yo no quiero casarme con el comunismo, ni con el capitalismo; ni con el socialismo, ni con el individualismo; ni con el anarquismo, ni con el institucionalismo; ni con el puritanismo, ni con el hedonismo; ni con el priismo, ni con el zapatismo; ni con el bolivarismo, ni con el americanismo; ni con el monetarismo, ni con el estructuralismo; ni con el autoritarismo, ni con el libertarismo. Yo no quiero casarme con nada ni nadie; yo sólo quiero casarme contigo.

Sobre México, la distribución del poder, y el 2012


El problema de fondo es la distribución del poder. Se tiende a creer, masivamente, que las cosas no cambian, que los de arriba siempre son los de arriba, que cuando las cosas parecen haber cambiado resulta que siguen siendo las mismas; y esto es falso.

El problema de fondo, en la situación post-electoral del México del 2012, sí es la distribución del poder. Y no se ignora la igualmente importante carencia de distribución de la riqueza, que es bien sabido ser uno de los más grandes déficits del país. En el Espectro político hay dos vértices con sus respectivos extremos: el individualismo-colectivismo, y el autoritarismo-libertarismo. En noviembre de 1910, Francisco I. Madero llamó al pueblo de México a levantarse en armas en contra del autoritarismo del General Porfirio Díaz, y así lo hizo el pueblo; sí, desde luego, muchos persiguiendo el ideal democrático de Madero, pero alzándose la gran masa también tras el movimiento agrarista de Pancho Villa y Emiliano Zapata —recayendo ahí una verdaderamente importante base popular, y por tanto un factor imprescindible del motor de la revolución de masa. Ignorando éste hecho, que la revolución mexicana tuvo una fundamental búsqueda por la redistribución de la riqueza, es que les costó a los constitucionalistas la insurrección de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur. Es decir: la Revolución Mexicana, como una revolución siempre es, buscó trastornar por completo todos los ejes del Espectro político, y no solamente el del autoritarismo-libertarismo; pero porque la base popular persiguió ideales del eje del individualismo-colectivismo, es que le da una importancia vital[1] a la redistribución de las tierras a lo largo y ancho de México y, por tanto, a la redistribución de la riqueza.

No así en el 2012. Aunque me reservo la opinión respecto a una Primavera Mexicana, está claro que no se pretende una revolución por lo menos en el sentido tradicional: La intención no es tomar las armas y la guerra civil, no ha dado indicios de ello hasta ahora. Y si bien es probable que busque, en el hecho, trastocar todos los sentidos políticos, económicos, y sociales, reitero que el problema de fondo es la distribución del poder. El sentido de la mayoría de las protestas es en el eje del autoritarismo-libertarismo. Las protestas contra Peña Nieto, contra el PRI, contra Televisa, contra el IFE, contra Soriana, no son solamente eso; difícilmente es una lucha (pacífica) contra una persona, o contra una institución, o contra un partido, o contra una empresa. La lucha es contra el sistema que distribuye así el poder; poder que si lo pierde Soriana lo ganará otra empresa privada, que si lo pierde Televisa lo ganará otra televisora, que si lo pierde el PRI lo ganará otro partido, que si lo pierde el IFE lo ganará otra institución. Los sistemas no son orquestados por un genio político, sino a duras penas aprovechados por políticos, empresarios, o líderes civiles sobre los que recae el poder para mantenerlo, agrandarlo, o explotarlo. Los sistemas son condiciones dada la distribución del poder, y cuando se altera dicha distribución se alteran así las condiciones que dan los sistemas.

Por eso es que, a pesar de los señalamientos y los intentos de aprovechamiento, las protestas que México vive en el 2012 no son de la izquierda contra la derecha, sino de la ciudadanía redistribuyendo el poder hacia sí; recuperándolo. Si López Obrador, en un caso hipotético, arribara al poder preservando la estructura del sistema, encontraría hoy la misma insurrección con la que se encontró Madero entonces. El problema particular es la Democracia Representativa. La búsqueda es el poder de la ciudadanía, la voz política, el resultado de acciones populares en la política nacional, estatal y municipal. Porque en la Democracia Representativa se aliena a los ciudadanos de la política, que les afecta directamente, disminuyendo su participación a la mera elección de sus representantes. Como civil, puedes votar, y opinar libremente como quien habla con la pared[2]; pero no más, siendo que existe toda una clase política, electa en representación para hacer por la ciudadanía todos sus menesteres. Y entonces, en una Democracia donde, por definición, “el pueblo ejerce la soberanía”, el poder recae únicamente sobre la clase política.

Esta última afirmación, sin embargo, es sólo válida en otros sistemas políticos como el Corporativismo, por poner un ejemplo; en las “Democracias más sólidas” es meramente una verdad a medias: La razón de esto se debe al mercado electoral. Aunque ellos poseen el poder de actuar políticamente, dependen del mercado para arribar a sus puestos de poder público, y éste está plagado de intermediarios. El repertorio es amplio, y van desde el financiamiento privado por personas físicas y morales, pasando por el apoyo de sindicatos obreros y empresariales, los medios de comunicación masiva y la Iglesia, hasta las redes de compra y coacción del voto (públicas y privadas), el involucramiento de las instancias gubernamentales, y el financiamiento de fuentes ilícitas —por mencionar algunos. El sistema político-electoral está, así, sujeto al mercado: y se puede estar con él, reuniendo la mayor cantidad posible de poder de mercado para triunfar en los comicios; o también se puede estar contra él, utilizándolo en la menor medida posible, y procurando establecer una relación directa entre el candidato y el electorado, pero con plena conciencia de que, así amenazando el poder político de éstos, se verá atacada su imagen pública a través de todos los recursos posibles de los poderes fácticos. Finalmente, la razón de la carencia de poder en la clase política se debe a que el triunfo electoral no es por su propia mano, sino por el apoyo del sistema que así le ayudó a arribar al “poder”, por lo que les queda en deuda. En otras palabras: Sí tiene la clase política en su poder el actuar político del que carece la ciudadanía, pero se ve coaccionado y limitado por los intereses particulares del aparato sin el que no hubiera podido surgir victorioso de la aparente “voluntad del pueblo”. De aquí nacen los privilegios, la corrupción y la impunidad.

Es sencillamente verificable, desde el método en que el IFE sanciona a los partidos tras infringir normas electorales: Les multa, tras investigaciones que muchas veces finaliza hasta después de las votaciones. Esto, en el trasfondo, lo que hace es promover la conducta del haiga sido como haiga sido de los partidos frente a las elecciones, en las que gana el que tenga de su lado el mayor poder fáctico. Una vez electo, el pago de las infracciones es fácilmente financiable a través de la desviación de recursos públicos. De igual forma, el rebase de topes de campaña significa más una intención que un delito. Por esta razón es que resulta tan sencillo para los acostumbrados al sistema el calificar las pasadas elecciones como limpias y transparentes: Se recontaron más votos de los que nunca se habían recontado en la historia, y la serie de delitos electorales como la inequidad, el rebase de topes de campaña, y el lavado de dinero no son nada extraordinario; y el PRI no es el único que ha incurrido en ello.

Enrique Peña Nieto, ciertamente, es la encarnación del marketing político. Es indignante el historial político del Partido Revolucionario Institucional, sí, y también es indignante lo que el propio Peña Nieto llevó a cabo “para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado Mexicano de hacer uso de la fuerza pública” en San Salvador Atenco; pero además, hondamente, es indignante la forma en que personaliza el sistema político contra el que se protesta: Su matrimonio con la actriz de telenovela, su estribillo sobre la “Democracia”, su amparo a corruptos, ladrones y pederastas, su relación con los medios, su imagen en cada esquina de cada ciudad, sus regalos, su sonrisa perenne y su copete, su nombre cual marca. El hombre grita mercado en cada centímetro de su piel, en cada segundo de su campaña, pre y post. Quizá no la persona física, pero el personaje, el político Enrique Peña Nieto es la Democracia de Mercado en carne y hueso.

No sólo por el PRI, sino por sí sólo, el Licenciado Peña ya genera inconformidad y disgusto —en un sector un paso más allá del atento grupo de homovidens. No es sorpresa, entonces, que hayan surgido tantos movimientos de repudio. Pero así sea la personificación de dos males que tienen a una importante fracción de los mexicanos al filo de hartazgo, finalmente es la figura en México de un malestar mundial. Como en México se protesta contra los medios de comunicación masiva, en Estados Unidos se protesta contra los privilegios de las élites, en Grecia contra el intervencionismo extranjero y la imposición de políticas "neoliberales", en Egipto contra el autoritarismo y la represión, en Chile contra la privatización de la educación, y en España contra la intromisión bancos y corporaciones en la política nacional; éstos, por mencionar unos ejemplos destacados, no tendrán ni el mismo punto de partida ni las mismas condiciones socio-políticas, pero sí comparten dos principios fundamentales: La redistribución del poder hacia la ciudadanía, en la búsqueda de una Democracia participativa y una soberanía verdadera, y el distanciamiento del modelo político que Estados Unidos ha importado[3] en el proceso de Globalización —es decir, del modelo económico del Consenso de Washington y de la Democracia de Mercado.

El espíritu de estas manifestaciones, de esta resistencia, es la Democracia. Y es preciso entender que es imposible, en un sentido práctico, ejercer una Democracia en una sociedad políticamente pasiva; y es preciso comprender que una Democracia excluyente no es democrática; y es imprescindible tener presente, siempre, que “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”, que “Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”, que “El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho a alterar o modificar la forma de su gobierno” y así lo hará. Porque el pueblo mexicano —junto con el pueblo del mundo— está determinado a retomar el poder que se auto-confiere tras el contrato social, para relegarlo no a una clase política, no a un mercado oligárquico, sino a sí mismo en pleno conjunto; por eso abre, inevitablemente, un espacio prioritario en el sistema político para la sociedad civil, a modo de contrapeso, balance, y separación entre el Poder Público y el Mercado —y si el sistema político se rehúsa, lo revolucionará para que así sea.






 
[1] Y por esto mismo, es que no podemos entender un “final de la Revolución Mexicana” antes de 1940; o si no, no podemos llamarla otra cosa que una revolución fallida.
[2] Cuyo único resultado es afectar la imagen pública de los políticos partidistas —que, como cualquier producto, se ve dañado en la aceptación del mercado; siendo éste, el del mercado electoral—; pero nada que los medios no puedan arreglar, como hemos comprobado.
[3] En mayor o menor medida, desde el propio Estados Unidos hasta los países árabes que, si bien no estaban del todo dentro del modelo, transitan tras sus revoluciones en un sentido distinto.

Improvisación sobre el beso


Declamación del poema que ya publiqué hace algunas entradas.

Abrázame

Abrásame
en los brazos
de tus brasas tiernas.

Abrázame
con gusto y ganas,
que me falta pecho,
puño, puente, y piernas.

Abárcame
de punta a punta
con tu aliento sobrio,
tu mirada incierta,
tu beso ignitorio: tu besar despierta,
y los dedos delgados de tu palma abierta.

Cierta, firme, quieta:
Como siempre has sido cuando me haces falta.

Cambios Políticos en Europa a raíz de la crisis económica


Una crisis ha estallado en el año 2008: su alma máter es Wall Street, y su carácter es financiero. Y éste es un mundo globalizado, reventaría de inocente quien piense que algo que suceda en un país no afectará al resto del mundo, así esté del otro lado de un amplio océano (y, sobre todo, si hablamos de los Estados Unidos). Este es el caso de la Unión Europea, donde muchos de sus países sufren hoy de una tremenda crisis que, aunque bastante particular en cada Estado, los ha orillado invariablemente hacia las arbitrarias directrices de entidades externas, dentro y al exterior de Europa; dada la conveniente división de las competencias del Banco Central Europeo, director definitivo de las políticas monetarias europeas, y los Bancos Centrales Nacionales que le están supeditados. El causal es evidente: El más ambicioso proyecto de Bruselas, la moneda única de la Unión, ha propiciado las circunstancias económicas actuales; y lo que fuera en sus inicios un asunto económico, hoy presenta las garras de sus matices más políticos.

Pero, para ahondar en la situación política de los Estados Europeos frente a la crisis económica, es preciso empezar por dos casos ejemplares del manejo y solución de la crisis dentro de Europa: Islandia y Hungría.

En Islandia, durante el 2008, antes incluso que en los Estados Unidos, despierta una crisis financiera, debido a una burbuja económica; cosa que lleva al país a nacionalizar sus bancos comerciales como medida previsora —cuales no pudieron financiar la deuda que ya habían contraído por sus altos intereses—. No obstante, esto no evitó la inminente bancarrota del país. Ante las grandes deudas contraídas por los bancos islandeses, protestas masivas de hasta el 1 y 2% de la población presionaron tanto al Banco Central como el Parlamento. Para enero del 2009, el Primer Ministro Haarde abandona su puesto y el de líder del partido, y el vicepresidente ostenta como interino ambos cargos mientras convoca a elecciones anticipadas en mayo. En septiembre del 2010 se decide, por parte del nuevo gobierno de izquierda, que Haarde será enjuiciado por negligencia durante su gobierno. En el 2011, este mismo gobierno somete por segunda vez a referendum el pago de la deuda de los bancos, por parte del Estado, y la Nación islandesa vota que no. Lo cierto es que, en dicho sufragio, Islandia impone su soberanía sobre las demandas económicas, pero la estabilidad que posee hoy es en gran medida fruto de la eventual y dolorosa medicina que debió seguir por recomendación del Fondo Monetario Internacional.

Por otro lado, Hungría comienza su encuentro a la crisis desde un punto completamente distinto: recién habíase emancipado de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, y su grado de endeudamiento público alcanzaba hasta el 90% con relación al PIB. Relacionando, como perspectiva, la macroeconomía de Hungría con la del grupo Visegrad (que lo incluye junto a la República Checa, Eslovaquia y Polonia), le podemos percibir toda la década pre-crisis una alta deuda pública que, a pesar de bajar, nunca llegó a ser baja; aunado a esto, el país magiar se vio sometido a un fuerte gasto estatal por parte del Partido Socialista a partir del 2002. No obstante, durante algunos años mantuvo cierta estabilidad macroeconómica: Burló a las casas calificadoras de riesgo pretendiendo una moneda estable a través de un target zone. Naturalmente, para el 2008, Hungría no pudo mantener su target zone, devaluándose el florín y disminuyendo su calificación por parte de las casas calificadoras. Al Presidente Solyom sólo le restó aceptar la ayuda del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, al precio que siempre es: recortes de programas sociales y políticas crudas de austeridad. Ya para el 2010, la situación económica de Hungría es estable, pero el pueblo ejerce su voto. Un marcado voto de castigo sustituye al Partido Socialista por el Democristiano, el cual se mantiene tras las nuevas elecciones de este año.

Con estos dos precedentes, ya es factible abordar tres países que, al día de hoy, experimentan la precaria situación de la crisis plena: Italia, Grecia, y España, la periferia de la Unión Europea, y sobre quienes recaen las políticas económicas de manera más amarga.

Entender la crisis económica que vive Italia no es posible sin el precedente de su gran déficit. Este ha sido uno de sus grandes fardos, desde los años ochentas: Por presiones políticas y demandas sociales de crear un Estado de Bienestar sin estar preparado para financiarlo, y dada la carencia de una política fiscal efectiva para sobrellevar los años ochentas en su marco internacional, Italia llegó a una deuda pública que le ha sido sumamente difícil mantener. Pero su inclusión en la eurozona, y la supeditación de su Banco Central al Banco Central Europeo han sido, junto con esto, las razones de su precariedad actual. Cuando un Estado enfrenta una crisis, la combate desde uno de dos frentes: deuda pública o devaluación monetaria. Sin embargo, Italia —como cualquier otro miembro de la eurozona— carece de ambas posibilidades, por lo que depende de la emisión de deuda y el mercado financiero; exactamente igual que Grecia y España.

Es en diciembre del 2011, cuando el Presidente Berlusconi pierde mayoría en el Parlamento italiano y abandona la Presidencia, se impone un sucesor propuesto por el Ejecutivo saliente: Mario Monti. Esta tendencia es quizás el cambio político más significativo en Europa, puesto que Monti no es electo por la voluntad popular sino impuesto de facto. Y dicha imposición no es voluntad de Berlusconi, sino del Merkozy: la alianza franco-alemana que dirige la Unión Europea a través de las reformas monetarias, dada su estabilidad y poder económico relativo a raíz de la crisis. El motor es evidente: El fracaso económico de la Unión Europea supone el fracaso de la integración regional que lideran, y aquello significa la terminante desaparición de su peso específico frente a los Estados Unidos y un Asia dinámica y creciente.

Pero aún más, encontramos la inmersión de otro poder fáctico de escala global, dentro de la política europea: El Grupo Las Vegas. Esto no es un organismo internacional, sino la agrupación lógica de actores económicos complementarios que representan efectos sumamente tangibles en la economía mundial: los grupos de banca de inversión como Goldman Sachs; casas calificadoras como Standard & Poor’s, Fitch Ratings, y Moody’s; y medios masivos de comunicación como The Economist, The Post, y Fox News. Y la inmersión es clara: Mario Monti es ex–chairman de Goldman Sachs. Y no es el único.

Durante el periodo en que Karamanlís fue Primer Ministro, del 2004 al 2009, hubo una gran falsificación de los datos macroeconómicos de la contabilidad nacional griega, a través de derivados complejos. Entonces se afirmaba que el déficit público griego era de 3.7% cuando en la realidad correspondía al 12.7%. Esta realidad se mantuvo oculta hasta que el periodo de Karamanlís acaba, y entra Papandreu como Primer Ministro. Él transparenta la realidad económica del Estado Griego, y su consecuencia lógica es el pánico especulativo. Las casas calificadoras de riesgo, ante la realidad, disminuyen el rating de Grecia hasta bonos basura, después de haber sido excelentes. Grecia queda de bruces ante la crisis, sin poder devaluar su moneda porque usa el euro, y sin inversores en bonos de deuda griega debido a su calificación. Las presiones del Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional llevan a Papandreu a aplicar dos paquetes de austeridad que sólo le traen mayor descontento por parte de la población y, a finales del 2011, dimite para dejar en su lugar a Papademos. El nuevo Primer Ministro —de facto— posee las mismas circunstancias que Mario Monti. Draghi, quien ayudó a llevar a cabo la falsificación griega, era Vicepresidente de Goldman Sachs en Europa, mientras que Papademos era Vicepresidente del Banco Central Europeo; ahora Draghi es Presidente del Banco Central Europeo, y Papademos ostenta el Poder Ejecutivo de Grecia.

La razón de ser de estos Ejecutivos de facto es el alarmante desplome de las soberanías Europeas ante estos  tres poderes fácticos que las rigen: Fondo Monetario Internacional, el Merkozy, y el Grupo Las Vegas. A través de estos agentes estratégicos, colocados en los máximos puestos de mando de los Estados Europeos, estos grupos hacen las reformas que consideren necesarias para sostener las economías —cueste lo que cueste. Las demandas sociales en Grecia son descomunales y rebasan los límites de la desesperación, pero están dirigidas a gobiernos que no tienen capacidad de respuesta debido a que: en primer lugar, no son soberanos; y, en segundo, reciben instrucciones de los agentes económicos que los emanaron. España, no obstante, no se ha visto involucrado en las mismas circunstancias, debido a que soberanamente ha elegido a quien haga dichas reformas como lo habría hecho Monti o Papademos.

La crisis económica de España es atribuida directamente a la industria inmobiliaria que se vio fuertemente impulsada por la reforma a la Ley de Suelo en 1988, y a la Ley del Trabajo en el 2003. Durante una década entera, la economía crecía a pasos agigantados, y el desempleo disminuyó en un récord histórico; pero todo formaba parte de la burbuja inmobiliaria que realizó en principio mayor construcción de infraestructura que Francia,  Alemania e Italia juntos, pero que ocultaba el hecho de que aquel desarrollo estaba tan sólo sostenido por endeudamiento para financiar las construcciones. Naturalmente, al entrar en crisis los bancos españoles —debido a la crisis financiera estadounidense, como ya había explicado—, se manifiesta una economía hueca que se desploma. Esta crisis, y todos sus resultados (el desempleo que ahora aumenta como nunca antes, el creciente déficit público) se han combatido durante el gobierno de izquierda de Zapatero atendiendo las reformas obligadas por el Fondo Monetario Internacional y el Merkozy. Sí, esto le otorgó basta impopularidad ante el pueblo español, pero fue lo suficientemente fiel a ello para no necesitar ser remplazado por un gobernante de facto; principalmente porque en las elecciones del 2011 se ejerció el mismo voto de castigo que en Hungría, quitando a la izquierda y poniendo a la derecha en un porcentaje electoral sin precedentes en la República Restaurada de España. Mariano Rajoy, convenientemente, ha aprovechado sus primeros 100 días de gobierno para hacer las más imperativas e impopulares reformas estructurales, como lo hubiera hecho cualquier agente de Goldman Sachs en su lugar; y, a pesar de las reiteradas Huelgas Generales que enfrentó Zapatero —y que ya enfrentó Rajoy—, el resultado es el mismo. Ahí el éxito de la relativa supervivencia de la soberanía española: No hay necesidad de intervenir en una política soberana beneficiosa.

Ante este panorama, el diagnóstico que les presento ofrece dos posibles variantes para la política europea: O los Estados Europeos abandonan el euro paulatinamente, comenzando por las Naciones cuya crisis es más cruda, manejándola así de manera independiente y recuperando su soberanía —como afirma el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz—; o se fortalece el euro, se unifican aún más los Estados, y se someten en mayor medida las soberanías ante la Unión Europea, —como pretende el principal beneficiado de esta alternativa: el Merkozy.

Lo que sucederá con Europa está por verse, en los próximos días, meses, años: En el jale y estire de la lucha de los Estados por sobrevivir a sus crisis, y a la penetración de las fuerzas económicas mundiales en su gestión nacional. La decisión de la lucha independiente de cada Estado la marcará el costo-beneficio de sus intereses. Frente a las ganancias relativas y los costos totales se despliega el tablero.

Definición de arte y artista

Hablo por el arte en general cuando digo que la literatura es la íntima relación entre la percepción de las experiencias personales, la sociedad en su conjunto, y el Universo como entorno contenedor y condicionante; ser escritor (ser un artista) es percatarse, y entonces concientizarse, de esta relación, no para entonces escribir al respecto sino en consecuencia volverse el canal, el puente que las interconecta. El artista es por esencia, al mismo tiempo, intelectual, sensible, y proactivo; por tanto, el más libre observador de su obra que no es realmente suya.

Así como no le pertenece la obra, pues, no le pertenece tampoco la calificación de esta: Es decir, yo creo que el escritor es escritor un instante, y espectador después siempre -reconociendo, desde luego, el trabajo de "pulido" como quien desentierra algo que recién descubre, no porque sea suyo sino porque con la práctica lo sabe encontrar tras los tropiezos en sus imperfecciones como canal expresivo. Por eso digo que si en algo estarían de acuerdo Emiliano Zapata y Pablo Neruda, es que si bien "La tierra es de quien la trabaja", "La poesía no es de quien la escribe sino de quien la la necesita"; y entonces que el arte sea arte se vuelve una decisión completamente individual, por parte del perceptor de la pieza.

Eso es lo que yo entiendo por arte, y por mi función de escritor. A la poesía la veo, disculpen mi enfoque desde mi área, como Lo hermoso latente en todas las artes y en todo el todo. "La pintura es poesía muda", dijera Leonardo; yo sólo quiero generalizarlo.

I Antología Literaria de la Prepa Tec Campus Colima

En esta ocasión vengo a presentarles un proyecto que llevé a cabo durante los últimos momentos durante la Prepa Tec Campus Colima. Yo pertenecí al Taller de Creación y Apreciación Literaria que la profesora y escritora Gabriela Velázquez Villegas abrió y dirige en la Prepa, y a idea suya fuimos preparando los alumnos del taller (incluido un servidor) ésta Antología que hoy presentamos. Por azares del destino, me hice cargo propiamente de la edición de los textos que pertenecen al libro, además de haber aportado también los míos, y además de la edición de las dos portadas que lo acompañan (fotografíadas inteligentemente, la primera por Isaac Aguirre Latabán, y la segunda por José Antonio Mendoza Castro, compañeros, amigos, y colegas también en el arte de la escritura). Y por esos mismos azares, la Antología hasta la fecha no ha conocido versión impresa; pero eso no nos detiene teniendo a nuestra mano el Internet, por lo que publico aquí en mi blog el link para que todo quien quiera tenga acceso a él y a sus letras.
Sin más, ¡ecco!




Y dejo aquí el link para descarga directa desde RapidShare:
https://rapidshare.com/files/4288783610/I_Antología_Literaria_de_la_Prepa_Tec_Campus_Colima.pdf

Prólogo

Sístole y diástole;
exhala.
Beso bohemio
en labio francés.
Pestañeo,
sobriedad adúltera,
alucinación.
Repetición subsecuente.

La reliquia de la vida
es la poesía
de un beso empedernido.
El amor de tinta
ahora es de pixeles.
Haz el amor con tu arte,
y el arte con tu amor.

Furor,
fulgor,
finura.
L'amour c'est tout.
(Tout c'est toi!)

Oblícuo contenedor,
ambíguo,
tentativo.
¡Vértigo en la espina dorsal!

Y sístole y diástole.