La prevalencia de la conciencia



Estaba llorando sobre la trémula cama de mi palpitante corazón. Desahogaba mis penas por una mujer. Una de tantas que ya me habían partido antes el corazón. Y es curioso, de verdad, cómo por más que te lo parten, duele igual de intenso cada vez que pasa. Y lloraba, sí. Lloraba porque quería. Lloraba porque se me pegaba la gana hacerlo. Ella, aquella mujer, no me partió el corazón en realidad. Me lo partí yo al ver su partida. Ella fue buena con él. Lo cuidó mientras quiso, y lo quiso mientras lo cuidó. Y cuando ya no más, lo dejó suavemente sobre la almohada de mi cama; y salió. Irremediablemente, cuando lo encontré solo y desprotegido, me enojé. No con ella, y no tanto conmigo, pero me enojé. Y partí mi corazón. Y lo lloré, y lo lloré, y lo lloré otra vez más. Y lo seguía llorando, sólo porque sí. Porque, de alguna forma, es lo correcto cuando alguien se va: Llorar.

Estaba llorando, en fin, cuando se acabó el mundo. Simple y sencillamente se acabó. Todo se puso negro, de un momento a otro. No sé yo por qué, sólo se puso negro. O, más bien, todo se dejó de poner de alguna forma. Quizá, sospecho, todo se dejó de haber. Incluso yo dejé de haber. Ya no soy, ya no estoy. Ya no existo yo. Ya no existe nadie, ni nada, ni nada de nada. Pero aún así aquí estoy. No estoy muy seguro de qué es aquí, pero aquí estoy. O quizá no estoy, pero aún quedo. Y es posible que aún quede alguien más, pero no tengo yo ojos para ver, ni cuerpo para sentir. Podría decir que hace frío en esta negrura temible; pero en realidad no tengo piel para sentir frío, ni ojos para ver alguna negrura, que a pesar de todo se siente temible.

Al principio tuve miedo. Fue como una luz que se apagaba. Toda luz existida, de hecho, se apagó. Me tardé un momento en comprender qué pasaba. Asustado, creí que me había quedado ciego. Me asusté más todavía cuando noté que no podía palpar mis ojos. De hecho, no podía palpar nada. Sorprendido, fui notando que no tenía un cuerpo. No sentía nada. No sentía dolor, ni tampoco sentía frío. No sentía, no tenía cuerpo para sentir. Y quise llorar, pero no tenía ojos para llorar. No había lágrimas que brotaran para desahogarme. Y se sintió mal, terriblemente mal.

La nada cubrió todo. O, mejor dicho, la nada absorbió todo. Todo, eventualmente, se volvió nada. Y aquella nada de la que antes me gustaba hablar, ahora se presentó frente a mí. Me gustaba hablar de ella como un objeto imaginario. Como algo que no existe. La nada, para mí, era la negación de la existencia. Pero sólo se le puede llamar de alguna forma a un objeto, y la negación de este objeto, no podía llamársele de alguna forma, porque no había nada a que llamarle algo. A este vacío, entonces, le llamaba yo La nada. Y entre éste vacío me encontraba yo ahora. Me volvía parte de La nada. Y, al mismo tiempo, me excluía ella. Todavía prevalecía mi conciencia.

Es difícil explicar la simplicidad con la que todo desapareció. No hubo un sonido de alarma, ni se inmutó nadie, ni nada. Simplemente todo dejó de existir. Así, nada más. No sé si hay alguna explicación, o alguna razón, pero no importa nada de eso ya. Los motivos dejan de ser relevantes cuando se encuentra frente a La nada, de la cual ya no hay regreso. Y te vuelves consciente de que todo principio precisa de un final. Sin embargo, te encuentras, envuelto en La nada, frente a un infinito aterrador; y te preguntas si habrá realmente un final; y te preguntas si hubo realmente algún principio.

Hace cuánto tiempo ocurrió esto, no lo sé yo. El tiempo es irrelevante. No sucede nada, no hay nada contable con lo qué establecer un tiempo. Esta prolongación, bien, puede haberme reducido a un instante que se volvió infinito. Pertenezco a la infinidad del tiempo, ahora. Pues el tiempo no se detuvo, desapareció, careció de importancia. Y siempre dije que el tiempo existía en la medida que necesitábamos de él. Ahora que no es necesario, ha dejado de existir. Dejó de existir, o se volvió infinito e inmutable. Sí, es cierto, pertenezco a la infinidad del tiempo.

Durante un tiempo indefinido -porque no hay tiempo qué definir-, estuve triste. Y pensé en mis papás, en mis hermanos, y en toda la gente que alguna vez conocí. Me preocupé por ellos. Me preguntaba qué habría pasado con ellos. Me preguntaba si alguna vez los volvería a ver. Los extrañaba. Aunque al momento de dejar de existir quería estar solo, nunca antes había requerido tanto de la compañía. De un abrazo, de una sonrisa, o de cualquier gesto de aprecio. Y no sentirme tan solo. Pero lo estaba. Irremediablemente, estaba solo. Como nunca antes nadie había estado tan solo.

Decidí, con el tiempo, que la gente seguía existiendo. Decidí que, al igual que yo, todos los que conozco siguen existiendo. Y, a pesar de que somos incapaces de comunicarnos, todos los demás humanos siguen allá, en las mismas condiciones que yo. Decidí que no estaba solo. Decidí que todos estábamos solos, y que eso nos unía. Y si me equivoco realmente no importa, porque ante un vacío infinito como el que me encuentro, existiendo sólo mi conciencia, existe lo que yo decida que existe. Y, a fin de cuentas, nadie podrá nunca decirme lo contrario. Existe lo que yo digo que existe.

Esto, supongo, ha de ser la muerte. Así debe ser estar muerto. Porque, si todo ha dejado de existir, y mi cuerpo mismo ha dejado de existir, debo estar muerto. A pesar de que mi conciencia sigue existiendo, seguramente estoy muerto. Y, de alguna manera, esto no está tan mal. Al principio lo estuvo, sí, pero uno se acostumbra. Estoy un poco decepcionado, de cualquier forma. Esperaba encontrarme con Dios durante la muerte. Siempre creí en la vida durante la muerte, y a la muerte siempre la creí un sueño. Pensaba en los sueños como una prolongación de la conciencia, pero en un mundo alterable al gusto, donde todo puede pasar. Tan sólo que cuando despertábamos, lo olvidábamos por completo. Y para mí, la muerte era un sueño, y nacer era despertar. Sin embargo, este mundo no es alterable al gusto, porque no hay nada qué alterar. Y no veo que vaya a despertar algún día de esto. Pero, por lo menos, me hubiera gustado encontrarme con Dios. Supongo, entonces, que si me encuentro con Dios, será dentro de mí, a lo largo de esta infinidad.

Ahora mismo, sólo existo yo. Sólo existe mi conciencia, que soy yo. Y no puedo hacer nada más que pensar. Pienso y pienso, y sigo pensando. Y reflexiono sobre las tonterías que me preocupaban mientras todo existía. Y también sobre las cosas profundas de la existencia y el ser. Pienso en todo, pienso sobre todo. Pienso y pienso, porque no hay otra cosa que hacer aquí. Ya no hay nada qué hacer. Tampoco lamentarme, porque esta situación lleva así mucho tiempo ya. No cambiará. Sólo puedo seguir pensando, y mi conocimiento se va incrementando conforme pienso. Supongo que el ser humano sí está destinado a saberlo todo, y por eso disponemos de una infinidad en La nada, durante la muerte, para averiguarlo. ¿Qué pasará después? Quizá dejemos de existir. Quizá decidamos que nosotros mismos tampoco existimos, y dejaremos de existir. Y entonces terminará la prevalencia de la conciencia.

Quetzalismo

Damas y caballeros. Co-nacionales. Seré sincero y conciso con ustedes: México se está pudriendo. El gobierno se ha corrompido; y la delincuencia, más que debilitarse, ha evolucionado a sobremanera, hasta llegar al punto de aliarse con el gobierno en nuestra contra. Pero es hora de abrir los ojos, y ver de una buena vez que el problema no es ningún gobierno, sino nosotros, el pueblo mexicano.

El pueblo mexicano se está pudriendo por su cultura de conformismo e ignorancia, y se hunde más cada segundo en su política de cero-esfuerzo. Es nuestra cultura patética y perdedora, lo que nos lleva a al fondo del hoyo, y nos llevamos al país entero con nosotros. Cualquiera que haya intentado hacer una diferencia sabrá que es imposible si nosotros, México, no abandonamos este ciclo de perdición. El pueblo mexicano es apenas la inocente víctima de una cultura autodestructiva.

Pero la cultura cambia; la cultura mexicana actual no ha sido la misma siempre. A la cultura la definen las circunstancias del país. Y actualmente, la cultura que tenemos hoy, es ineficiente. Es precisamente por esto que he venido a cambiar la situación, a cambiar esta cultura perdedora. Ofrezco arrancar el problema de raíz, y a partir de ahí que avancemos a nuestro gusto. Les ofrezco el quetzalismo.

El quetzalismo es la necesidad de implementar un gobierno totalitario, porque no hay otra forma de cambiar las circunstancias del país, de modo que estas nos lleven a una cultura eficiente y triunfadora. Cualquier otra forma de cambiarlas nos llevará a una cultura incierta, que posiblemente terminará con un pueblo en circunstancias iguales o peores a las que vivimos hoy. Es la necesidad de implementar a un líder que haga lo que se tenga que hacer, para que en “El cuerno de la abundancia” abunde prosperidad, como debería de ser si tuviésemos una mejor cultura.

La democracia se volvió obsoleta cuando llegamos al punto en que comenzamos a actuarla, y dejamos de ejercerla. El cambio es imperativo; apoya al quetzalismo hoy. Súmate al Partido Quetzal Autócrata, y juntos creemos un mejor México.

Ubicaremos a México en el primer mundo. Nuestro país ya no dependerá más de potencias extranjeras; las potencias extranjeras dependerán de nuestro país. Existirá un verdadero desarrollo, un verdadero progreso, y esto no será gracias al gobierno totalitario; será gracias al pueblo, y a la cultura trabajadora, dedicada y justa que crearemos.

Por favor entiendan que en estos últimos 50 años, el pueblo mexicano no ha demostrado nada, sino que no es capaz de gobernarse sólo. México es un niño pequeño e inmaduro, que necesita de un adulto que lo tome de la mano y lo lleve por el camino de la madurez. Y ese adulto es el Partido Quetzal Autócrata.

Los héroes de la patria son ustedes, aquí y ahora, apoyando este movimiento de salvación. Esta generación quedará marcada en la historia, como la generación que salvó a México de sí mismo. Y sus descendientes sentirán orgullo y admiración por ustedes, los mártires que se atrevieron a hacer la diferencia.

Y les juro, les doy mi palabra aquí frente a ustedes, que este totalitarismo no es para siempre. Nunca es para siempre. Sólo necesitamos el tiempo necesario para volver a México un país maduro capaz de gobernarse sólo, y vivir bien. Y por supuesto que tendremos que ceder nuestros derechos y nuestras libertades; pero entiendan que esto no es por ustedes, ni tampoco por sus hijos; esto es por los hijos de sus hijos, y todos los hijos de la patria, para que las generaciones futuras nazcan en un país en el que vale la pena vivir, y no en el pedazo de basura que nos tocó a nosotros.

El quetzalismo es progreso. ¡Y el progreso es vida! ¡Viva México!

El amor: Error evolutivo

La gran mayoría de nosotros, en algún momento de su vida, ha experimentado el tan conocido amor a la pareja. Lo podemos encontrar en todos lados: Televisión, radio, películas, libros, parques, tranvías, Colima, Monterrey, México, Corea del Sur, etcétera. Y este sentimiento tan universal resulta ser tan comerciable, que su difusión es tremenda por todos los medios de comunicación. Y, sin lugar a duda, es algo hermoso, cosa que seguramente lo hace tan popular. Todo aquel que lo haya experimentando -dando por eludida a la pequeña minoría- puede dar fe de lo maravilloso y excitante que resulta dicho sentimiento. Sin embargo, el amor, tan bonito como se ve, no es más que un enorme error de evolución.

El cuerpo segrega hormonas que nos estimulan para buscar pareja. Las principales hormonas que participan en este proceso, en mi opinión, son la testosterona, la serotonina, y la oxitocina; sin embargo existen muchas más que participan en el proceso químico del amor. La testosterona produce el efecto del deseo sexual, el de la lujuria. Es gracias a esta hormona que se produce toda la atracción física y sexual a la pareja, y produce lo que a veces llamamos “calentura”. La serotonina es la hormona que se encarga de que se produzca la pasión. Gracias a esta hormona es que estamos locos por aquella persona especial, y nos la pasamos todo el tiempo pensando y hablando de ella. La oxitocina, por otra parte, es la hormona que crea los lazos de las parejas, y que está presente también en los lazos madre-hijo. La oxitocina produce lo que viene siendo la parte estable del enamoramiento, cuando después de un par de años, las cosas se calman y el cariño y los lazos se vuelven la base de la relación, y ya no tanto la pasión desenfrenada.

El fin que persigue el amor, la razón por la que evolucionó del mero instinto al sentimiento estilizado que conocemos, es sencillamente para hacer más placentera la reproducción, y mejorar la preservación de la especie. El mismo instinto de preservación de la especie que se encuentra en todos los animales, ha evolucionado junto con nosotros, y ha pasado a ser lo que nosotros conocemos de siempre como el amor. En resumidas cuentas, el propósito del amor es preservar la especie humana, pero se ha visto forzado a evolucionar de un instinto más a un sentimiento, de modo que pueda satisfacer las necesidades de un ente pensante como lo es el ser humano.

El problema es, ¿qué ocurre cuando alguien da la vida por su amor? ¿Qué hay de quien, como Romeo y Julieta, prefiere perder la vida antes que vivir sin su pareja? Es entonces que el amor cumple justamente el efecto contrario por el que existe. Es tan fuerte este sentimiento, ha adquirido tanta fuerza a través de su evolución, que en muchos casos ha llegado a superponerse al instinto de supervivencia, causando la muerte del ser humano. Supone una contradicción, siendo que el amor existe para preservar la especie, y debido a este, la especie misma decide quitarse la vida sin razón lógica aparente. Produce que el humano pierda la vida por algo por lo que un animal no lo haría.

Y es debido a esto que, a pesar de ser un sentimiento maravilloso (que no por todo esto deja de serlo), significa un error evolutivo, cuyo propósito y producto se han visto contradictorios. Probando así que la evolución también se equivoca al operar.

No te dejo de pensar

No te pienso tanto,
pero no te dejo de pensar.

Es éste hecho el que pienso tanto.
Y no dejo de pensar
que no te dejo de pensar.
Y al pensarlo,
te pienso.
Y no te dejo de pensar.

Y acaricio el vicio,
que repite el ciclo,
que no me deja
dejarte de pensar.

Y pienso que te pienso
cuando no te pienso.
Y te pienso sin pensarte.
Y pronto pienso que empiezo
a empezar a pensarte.

Y luego pienso
que no te pienso tanto
como pensaba pensarte.
Y pronto no te dejo de pensar.

Y empiezo a pensar
que cuando empiezo a pensar
que te siento,
empiezo a sentir que te pienso
sin pensarte.
Y no te dejo de pensar.

Y si siento que te pienso
sin sentirte,
empiezo a pensar que te siento
sin pensarte.
Y ya no te dejo de pensar.

Y cuando pienso que te pienso
sin pensarte,
y siento que te siento
sin sentirte;
pienso que no pienso
como pienso,
hasta que pienso
que no te dejo de pensar.


----------------------------


Este poema ya tiene unos meses, pero lo subo por subir algo.

Comptine d'un autre été - Yann Tiersen

Canción del magnífico Yann Tiersen.

Sólo decir que el piano es un instrumento exquisito; tanto armónico como sedante. Y que Tiersen es un verdadero maestro, viviendo en nuestros tiempos. Últimamente estoy escuchando mucho la música clásica, y Tiersen siempre está en mi repertorio.

Quiero re-aprender a tocar piano.

Ella mueve mi mundo

Ella vino. Distinguí a la distancia su delicada y fina silueta acercándose. A lo lejos, no su cara, sino su entelequia divina, resplandecía intensamente, de la manera en que sólo con los ojos de un amante se es capaz de percibir. Cierto, a aquella distancia no podía siquiera apreciar su rostro, pero su misma esencia comenzaba a recorrer mi cuerpo desde el instante que la degusté con la mirada, a primera faz. Admito que la dudé un instante primero, pensando que fuera, quizá, una fantasía mía. Pero conforme acercose, su exquisito olor a ella borró de mi mente toda duda que pudiera permanecer a altura semejante. Ella vino. Anonadado y embelesado, sonreí al verla acercarse con cada paso. Ella prometió venir, desde luego, y no había razón alguna que me negase que ella vendría; pero tantos largos días sin ella me habían vuelto un escéptico perdido, que impacientemente sostenía en su pecho un rayo de luz esperanzado. Y una vocecilla en mi cabeza me repetía que ella vendría. Sí, por supuesto que ella vendría, pero el hecho de verla ahí, frente a mí, era un gusto indescriptible; e increíble, sobre todo.

No sé yo si el amor mueve al mundo, pero ella es definitivamente el motor de mi mundo. Es mi Sol, mi ente expectante, sobre el cual no puedo hacer más que dar vueltas a su alrededor, y amarla. Y gloriosamente, funciona a la inversa. No, yo no sé si el amor realmente mueve al mundo; pero mi mundo sí que es movido por ella.

Cuando ella estuvo al alcance de mis suspiros, un viento místico sopló tenuemente, agitando junto a su cabellera preciosa, las hojas de los árboles y las ramas de los mismos. Ante semejante espectáculo, no pude más que exhalar un –Eres hermosa–. Ante mis palabras sinceras, ella ahogó una risa nerviosa y sus mejillas se tornaron de un rojizo cálido y cariñoso, mas sostuvo la mirada en mis ojos. –Vine –respondió.

Y vaya que vino. A este parque de siempre. A nuestro parque de siempre, vino. Tras meses sin vernos, y sólo en contacto por medios absurdos que comunicaban nuestras palabras, mas no nuestras caricias, vino. Y ése día, más que ningún otro, ese parque era nuestro. En presencia era quizá nuestro, pero en esencia su pertenencia a nosotros era innegable.

–Seme sincero, amor –me pidió suplicante, al tomar mi rostro entre sus manos–. Seme sincero. Porque esta duda me persigue cual sombra mía. Me acosa dormida como si despierta estuviera, y me acosa despierta como si estuviera dormida. Así que seme sincero, amor. Sólo eso te pido. Confiésame, por favor, ¿en qué nos hemos convertido?

–Somos novios, cariño. Sólo eso explica nuestra situación.

–¿Y cuándo lo he concebido?

–Yo te amo. ¿No me amas tú también?

–Por supuesto que te amo, más que a nada en éste mundo.

–Es todo lo que importa. Es la razón por lo que somos novios.

–Sabes tú que no puedo darme ése lujo. Me lo has pedido ya antes, pero no puedo acceder. Conoces la causa que me lo impide. Y te amo, es cierto; y tú me amas también. Pero si no acepto ésa propuesta, no creo que podamos llamarle un noviazgo propio. ¿Qué es lo que somos, entonces? ¿Qué son dos amantes, que en la lejanía se aman, mas una causa superior les impide establecer una relación? Me pregunto aún ahora si existe nombre para eso.

–Por supuesto que existe uno. Es noviazgo, cariño. Ya te lo he dicho.

–¿Qué es el noviazgo, entonces?

–Dime, ¿qué cambiaría en nuestra relación, si estableciésemos el título de novios?

Dudó, por supuesto. Dudó, porque sabía ahora que no había una respuesta positiva a mi pregunta. No, no habría ningún cambio para dos amantes que ya viven el cenit de su amor.

–No habría ninguno –le dije–. El noviazgo es el estado de una relación en que dos personas se aman, se respetan, y se lo demuestran mutuamente; así no tengan el “título”. Cualquier pareja que se ame, pero no se respete; o se respete, pero no se ame; o bien que se respete y se ame, pero no lo demuestre, no tienen derecho a llamarse novios. ¿Ves aquellas parejas en que “la quiere, pero la maltrata”? No son novios. ¿Ves esa otra pareja que “estamos bien, pero no siento nada por él”? No son novios. O incluso aquellas en que se aman y se respetan, pero ni siquiera se dirigen la palabra, no son novios, tampoco.

» ¡Pero nosotros sí! Nosotros, y cualquier otra pareja en el mundo; cualquier hombre y mujer, hombre y hombre, o mujer y mujer, que se amen como nos amamos, se respeten como nos respetamos, y sean capaces de demostrárselo como nosotros lo hacemos, sólo aquellos tienen el derecho de llamarse novios. Y no necesitamos ningún “título” que lo demuestre. –Le profesé apasionadamente mientras la tomaba de la cintura. No necesitamos formalidades, porque ser tu novio no es tener un título o una propiedad, es un estado de amor y respeto hacia ti, amor de mi vida. Y no existe una línea que defina cuando comenzamos a ser novios, sino el instante en que ambos reunimos estas tres características. Y es el mismo instante en el que otras parejas dejan de ser novios, cuando alguna de las tres falta.

» El noviazgo no es un título, es una actitud. Y créeme cuando te digo que te amo como nunca he amado en mi vida. Eres tanta parte de mí como lo soy yo mismo. Y, lejos o cerca, en presencia o en esencia, yo estoy siempre contigo. Porque, estés donde estés, vayas a donde vayas, amor mío, yo estoy y voy contigo. Por lo que te pido que no temas más, jamás, pues de soledad es de lo único que jamás permitiré que sufras.

Y la besé, sí. Mis labios alcanzaron los suyos, y la besé. Y es aquel beso en que comprendes que jamás existirá algo a lo que se le pueda llamar “beso de rutina”. Porque el beso no es mis labios en los suyos, y los suyos en lo míos. El beso no es el acto, sino el sentimiento que se transmite a través de él. Y si hay algo a lo que le llaman “beso de rutina”, es un contacto labial frío e inexpresivo. Y el beso no está en los labios, sino en la pasión con la que mis labios recorren los suyos, e incluso en la misma pasión con la que mis dedos recorren sus cabellos.

Y es el mismo beso en que comprendes que no hay nada más inmenso y compacto como un beso. Pues comprendes que la esencia de Dios no vive en las misas, sino en el amor profeso que se vive entre las personas que se aman. Sí, si Dios es amor: Nosotros, aquí mismo, en éste instante al que llamamos beso, estamos viviendo a Dios mismo.

Es por esta razón que encomiendo mi alma al Señor. Porque comprendo que en su gracia está la felicidad eterna. Y no es su gracia la que nos venden en los sermones del “haz esto, y no hagas aquello”; sino la gracia que se manifiesta al vivir el único y sencillo precepto: Ámense los unos a los otros como Yo los he amado.

Y encomiendo mi alma al Señor, porque encuentro la felicidad eterna en tu existencia, amor de mi vida. Y comprendo que el amor a tu ser, a tu alma, y la felicidad que evoca tu beso exquisito, son la gracia de Dios manifestándose en el milagro que eres en mi vida. Mi Dios es un Dios de amor, y el amor que siento por ti, vida mía, es Dios mismo encarnado en tus labios. Es por esto que soy feliz contigo y únicamente contigo, y por esto me atrevo a llamarte el amor de mi vida: porque te amo más que a nada en ningún otro plano o existencia; y al amarte, amo a Dios, y al amar a Dios, te amo.

Draw with me

Draw with me es un corto animado que recién conozco, y realmente no sé cuánto tiempo tenga. Aunque, indudablemente, es hermoso.
El corto trata sobre un chico y una chica que están separados por un enorme vidrio. Y no pueden comunicarse, por lo que se escriben en el vidrio, y terminan por enamorarse. Un amor separado por un grande e indestructible vidrio...

Scolded by the mirror

"The dream is no more."


Who the hell do you think you're lying to? I am you. I know what you know, and what you don't know you know, about you. You keep telling me you don't love her anymore. If, in the name of God, that statement were ever true, you wouldn't have to keep saying it all the way on. So be realistic... It is because of her that you haven't fallen in love with anyone. You still love her! You can’t fill a glass full of water; neither can you occupy a heart which is already occupied. And, if there were anything I, or you, or either of us could do, is accept it. I thought you had already learned that minimizing, keeping safe, warm and locked down, only makes it survive. Accept it already!

You know I don't like to scold me, but hell you won it! So, now, understand what I'm about to tell you. She has already forgotten you. Stop, once and for all, thinking that she might think of you from time to time. She said so, it is true. And she might, as well. But she said so as a way of telling you it is a good memory. Did you hear me? ME-MO-RY! So stop your faith, it might work. And, believe me; you don't want it to work. It would be the same disaster as the last time, and the time before that. I love you. I love you with all my might. I love you more than anything in this world. So, please, believe me. You need to keep your path, not to keep dreaming under the leafless tree’s shadow of our love story. There is no us, as you can see. So, please, please! Please keep walking. It is, in fact, time to wake up. The dream is no more.

We, you and I, perfectly know that there is “her”, up there, out there. The “she” we have always wanted is there. We really don’t know if she will wake up and keep walking too. Yes, we know she’s dreaming too. But you, YOU have to keep walking. And, as you know, dreaming is not the right way of loving. It doesn’t get you anywhere. And, also, as I’ve already told you, she’s not dreaming about you. She’s dreaming about “him”, the “him” that she would meet if she’d just begin walking her path. If only she would stop avoiding the things she want, and pretend destiny's against her. If only she would stop escaping from her very best desires, and instead replacing them with fake friendships, loves and cares. She would be happy; if only she would stop being afraid of getting what she desires most.

So is our turn for smile. Tomorrow is our best day. You don’t want her, you want “her”. And “she” isn’t sited somewhere else, waiting for you (at least I hope she isn’t). She’s walking her path. If you ever want to catch her up, you must begin to walk right away. No, we don’t know if she’s got a “him” in her path; neither we know if she’s ever standing up and walking. And no, we’re not walking a path next to hers. No, we don’t know if our path will meet hers in the future. We don’t know what’s written on destiny’s stone face. Could you please stop asking about her?

Come on. I know you can do this. I believe in you. I believe in us. So, yes, stand up. Step by step; we’ll begin our path step by step. This nightmare was just what we needed for you to wake up from your bubble-dream. Now I’ve told you what we needed to know to start walking, step by step. Now we know what you needed to know to begin traveling. Life is a travel; you can only enjoy it by starting it. And you can only start it by beginning with one first step, two steps, step by step. We’ll get past her in short time. Meanwhile, I would love to listen at you song. Sing Relief! Sing Relief, because freedom is upon us. You can taste it, I can smell it, we can sense it. Believe me when I say you hadn’t tried before. This! This is what people call living our life. And we are already enjoying it, aren’t we? So, let’s go. Now is the best moment to begin the change. To begin the travel, the best travel ever.


-Yes, I do. Yes, I did. But, yes, I will-.

Prólogo

Sístole y diástole;
exhala.
Beso bohemio
en labio francés.
Pestañeo,
sobriedad adúltera,
alucinación.
Repetición subsecuente.

La reliquia de la vida
es la poesía
de un beso empedernido.
El amor de tinta
ahora es de pixeles.
Haz el amor con tu arte,
y el arte con tu amor.

Furor,
fulgor,
finura.
L'amour c'est tout.
(Tout c'est toi!)

Oblícuo contenedor,
ambíguo,
tentativo.
¡Vértigo en la espina dorsal!

Y sístole y diástole.